domingo, 9 de junio de 2013

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

“Cambié de parecer de repente, al leer la última columna de Alberto Salcedo…”

Debo confesar, que no tenía planeado escribir una nueva entrada en este blog, esta semana, o bueno, si lo tenía planeado, pero la pereza que me invadía me vencía. En realidad, desde la semana pasada quería escribir algo sobre el tema de la Magistrada Díaz y su magnífico crucero de una semana remunerada, también quería escribir algo en alusión al ejercicio de la radio, de la radio en mi universidad, de los nuevos proyectos que le esperan a la emisora virtual de la Universidad Minuto de Dios; pero al fin tomé la decisión de no escribir esta semana, con una típica frase que deambulaba por mi cabeza: “después lo hago”. Cambié de parecer de repente, al leer la última columna de Alberto Salcedo Ramos en El Colombiano, la cual tituló: “UN EJERCICIO CONTRA EL OLVIDO”, en la cual habla sobre el periodismo en Colombia, sobre el periodismo de los medios que le muestra a muchos lo que hacen unos pocos, o sea, los que tienen el poder; entonces reflexioné un poco, revisé mis últimas entradas del blog, y caí en cuenta que siempre me enfoco en los temas políticos y actuales, desde el enfoque de la mayoría: los que tienen el poder. Después de reflexionar, me animé a escribir la presente entrada.

El periodismo debe dejar de ser mezquino y excluyente, pero no voy a argumentar teóricamente este tema para defenderlo, porque no tengo el conocimiento intelectual ni la facultad para hacerlo, por eso me voy a remitir a pequeños acontecimientos históricos, superficialmente, que han pasado por los noticieros últimamente, para explicar por qué el periodismo es mezquino y excluyente.

Desde que tengo memoria, he escuchado hablar de dos procesos de paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc, y uno más entre los Paramilitares y el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Los protagonistas de dichos espectáculos, y digo “espectáculos” porque no es nada más ni nada menos que un simple espectáculo mediático, siempre han sido los mismos: el gobierno, en cabeza del presidente de turno y toda su cúpula, y los cabecillas de los grupos armados al margen de la ley. ¿Y las víctimas del conflicto? ¿Y los campesinos? ¿Y los niños reclutados? ¿Y los secuestrados? Los invisibilizaron, los que escriben la historia se encargaron de desaparecerlos, como dice Salcedo en su columna. Y por cierto, gran parte de la historia del país la ha escrito el periodismo.

En Cartagena, cada año se celebra el Reinado Nacional de la Belleza, un evento tan superficial, tan vacío y tan hipócrita, que se encuentra fuera de contexto con la realidad que viven los colombianos, y más que los colombianos en general: los cartageneros. Y es que el problema no es que haya o no haya reinado, el problema es la atención que acaparan los medios de comunicación cubriendo dicho evento. Este evento, por cierto se encarga de tapar la realidad del país, es la perfecta cortina de humo, y es el evento perfecto para distraer a los colombianos. Muestran una Cartagena de hoteles lujosos, playas hermosas, grandes casas de balcón, monumentos históricos, pero… ¿Cuándo han mostrado a los indigentes? ¿Cuándo han mostrado los barrios de la gente humilde cartagenera, que es la mayoría, que más bien parecen favelas?

Colombia, como ya todos lo sabemos, está llena de fiestas, ferias y carnavales, en todas las regiones del país, ¿será que por eso dicen que somos el país más feliz del mundo? y es que en Colombia se celebra por todo, por eso mismo creo que los medios aprovechan estas oportunidades para mostrar solo el lado “bonito” de nosotros, por eso también debe ser que los colombianos somos felices viviendo en nuestra propia mierda, porque mientras estamos mirando reinados, echándonos harina en la “jeta” durante los festivales, mirando narconovelas de alto presupuesto; “al otro lado de la moneda” siguen reclutando niños en las filas de las Farc, secuestrando colombianos, gente muriéndose en los pasillos de los hospitales, etc. que tristemente se han vuelto en paisaje para nosotros.

Al igual que Salcedo, yo también rescato  la crónica, esa especialidad del periodismo que no excluye al colombiano del común, al colombiano de a píe. Esa especialidad que cuenta historias reales, y como no recordar a dos grandes periodistas: Gabriel García Márquez, y el recién fallecido maestro Ernesto McCausland.

Diego Hernán Rubiano Devia

@DiegoRubianoD

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