Visitar
siete iglesias el Viernes Santo en el Centro de Bogotá se ha convertido en una
costumbre de cada año, y es cada vez más la gente que se une a esta
experiencia, unos por penitencia y tradición, otros en plan turístico, y gente
como yo que va simplemente por el ambiente bohemio que ofrece el Centro histórico.
Dicen
que el viacrucis lo vivimos lo vivimos a diario en nuestros constantes
problemas, que así como Jesús, nos caemos pero nos volvemos a levantar. Pero el
viacrucis de llegar al Centro a las 2pm, en medio de una ola de calor que no
tiene nada que envidiarle a las ciudades de tierra caliente, es más que un
viacrucis, es un karma.
Empecemos
por mencionar lo complejo que es coger Transmilenio un viernes Santo, donde los
buses son escasos y los servicios se demoran una eternidad por pasar, porque
aunque el flujo de pasajeros sea poco en esta semana, los retrasos en los
servicios hacen que se acumule tanta gente que parece que fuera hora pico.
Primer sacrificio.
Llegar
al Centro sobre la Avenida Jiménez y deprimirse al ver el sector de San
Victorino solo, casi abandonado da algo de nostalgia, tal vez por la costumbre
de ver ese lugar lleno, a punto de colapsar en un día normal. El calor de la
tarde es tan intenso que los malos olores empiezan a fluir en el aire, y no
solo en ese sector, en el camino hacia la Plaza de Bolívar es igual, gracias a
los fluidos corporales que los habitantes de calle dejan. Segundo sacrificio.
Pasar
por la ahora peatonalizada Carrera Séptima es un caos total, pues el tumulto de
gente es de tal magnitud que se forman trancones de personas, quién lo iba a
creer: ¡De personas! Y claro, de los vendedores informales que ahora se postran
sobre toda la mitad de la Carrera Séptima y obstruyen el paso de los peatones.
El trayecto en esas circunstancias hasta llegar a la Plaza de Bolívar fue de
unos 15 minutos, claro, sin mencionar una pequeña pasara que hicimos en el Éxito
(Antiguo Ley) para comprar bebidas. Tercer sacrificio.
Llegar
por fin a la Plaza de Bolívar y entrar a la primera de iglesia del recorrido de
las siete iglesias que hay que recorrer: La Catedral Primada. Monseñor Rubén
Salazar quien presidía la misa de la pasión pareciese que estuviera hablando
solo, pues nadie, aparentemente, prestaba atención a la ceremonia, sin importar
si quiera el título de MONSEÑOR de aquel señor. Todos entraban a tomar fotos,
visitar monumentos y volvían a salir. Y ¿Cómo prestar atención a una ceremonia
donde los parlantes suenan lo más pasito posible? Cuarto Sacrificio.
El
recorrido fue después por la Plaza del Rosario y el Parque Santander, en este último
estaba en teatro callejero dentro del programa del Festival Iberoamericano de
Teatro. El Museo del Oro se encontraba Cerrado, al igual que el museo del
Edificio de Avianca, que creo que queda en el piso 23.
Luego
el reto era devolvernos por la misma trágica Carrera Séptima para visitar las
iglesias de San Francisco y La Veracruz, que estaban a punto de colapsar por la
cantidad de gente. Era tanta gente que en La Veracruz tocó hacer una fila que
cubría toda la cuadra. Gracias a Dios la Capilla del Sagrario se encontraba
cerrada. Quinto sacrificio.
Siempre
me han gustado los recorridos por los lugares históricos, por eso no vi como un
sacrificio el recorrido que hicimos por La Candelaria, un lugar de casas
antiguas y pequeños negocios santafereños, acompañados por las historias de mis
papás: mi papá me contaba sus historias cuando trabaja en el Capitolio Nacional,
y mi mamá sus historias cuando su oficina quedaba en un edificio aledaño a la
Iglesia de San Francisco.
Aun faltando
cuatro iglesias, fuimos a la Iglesia de la virgen del Carmen, una iglesia cuya
arquitectura me llama mucho la atención, y en la cual me sentí más a gusto que
en las demás. Una iglesia donde no había mucha gente, y la que había si estaba poniéndole
cuidado a la misa. Inmediatamente, y faltando tres iglesias por recorrer,
fuimos a la iglesia y al museo Santa Clara, pero lamentablemente el museo se
encontraba cerrado, así que optamos por ir a la iglesia de San Agustín, una
iglesia pequeña en tamaño pero grande en arquitectura. Sexto sacrificio.
El cansancio
no pudo con nosotros y aún faltaban tres iglesias, así que subimos hasta la
Carrera Decima y visitamos la última iglesia, la iglesia San Juan de Dios. Y
sin haber culminado el recorrido, y habiendo faltado tres iglesias, nuestro
recorrido por los templos terminó.
La última
parada fue en Mc Donalds, el de la Avenida Jiménez, pero tocó comer solo helado
porque para mi mamá es pecado comer carne y viernes Santo. Y el último
sacrificio fue la interminable fila para pedir helados allí, que nos llevó casi
20 minutos de espera.
Creo
que para compensar, el próximo año hay que recorrer 10 iglesias, para completar
las que nos faltaron.
¡Felices
pascuas!
Diego
Rubiano
@DiegoRubianoD