Esperaba con ansias ese 18 de abril, día en el que el
periodismo, el mundo digital y el marketing se reunían en un solo lugar, en el
Primer Festival de los Sentidos Kien y Ke.
Miraba mi agenda, miraba el calendario con la esperanza de
no tener nada importante para hacer ese jueves; pero pasó todo lo contrario.
Mi clase de Historia del Siglo XX empezaba a las siete de
la mañana y terminaba a las nueve y quince minutos. No podía faltar por dos
razones: la primera, porque había faltado a esa clase la semana pasada porque
me enfermé, y la segunda, por la entrega urgente de un trabajo, y la intriga
que me embargaba de que hubiera o no hubiera parcial, al final no hubo parcial.
Miraba constantemente el reloj, la clase se tornaba lenta
alrededor de una interesante película mexicana de los años 60’s, y
posteriormente al llamado de asistencia del profesor. Finalizó la clase, bajé
al primer piso con el ánimo de coger el primer bus de Transmilenio que me
llevara hasta el Portal del Norte, pero no sin antes toparme con todo mi grupo
de amigos, a quienes saludé de afán antes de irme, eso me tomó unos diez
minutos, antes de llegar a la estación de El Minuto de Dios.
Caminé a paso rápido desde la universidad hasta la Calle
80, subí el puente de Transmilenio, llegué agitado a la estación, pasé mi
tarjeta de pasajes y no tenía saldo disponible, hice una fila de cinco minutos
que se tornó eterna y estresante. Cuando por fin pude comprar pasajes, pasé la
registradora y me ubiqué en la puerta donde pasara un servicio que me acercara
a la Estación Granja-Carrera 77 y abordar el servicio B10, que se dirige al
Portal del Norte, pero como a esa hora de la mañana los buses van completamente
llenos, subí hasta Portal 80 para abordar el articulado descongestionado.
El viaje fue relativamente lento, aunque no había
congestión alguna. Llegué a Portal Norte y me y me dirigí hacia la Ruta
Alimentadora San José, que va hasta el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo,
lugar donde se llevaba a cabo el evento, el recorrido hasta llegar a mi lugar
de destino fue de diez minutos aproximadamente.
Llegué al Teatro, no encontraba la entrada al evento, la
rabia me invadió por un momento, hasta que un policía que se encontraba en una
esquina me ubicó y me indicó la entrada. Subí las escaleras rápidamente, llegué
a la entrada del Teatro, donde los organizadores tomaban los datos personales
de los asistentes, hice la cola para registrarme y recibir mi escarapela de
asistente, el proceso fue rápido, cuando pasé a registrarme, la señorita me
preguntó el nombre, pero no me entendía bien, yo estaba agitado, le repetí dos
veces: -Mi nombre es Diego Rubiano, señorita- después del registro, recibí mi
escarapela y obsequio que daba Kien y Ke a los participantes: unos audífonos marcados
con el nombre de la emisora virtual que transmitía el evento Kabina K y una
tarjeta con el nombre de usuario y contraseña para acceder al servicio de Wi
Fi.
Subí las escaleras que daban con el balcón del Teatro
Mayor, entré, había acabado de empezar la conferencia de Arianna Huffington,
pensé que la conferencia sería en español, por lo que yo hice caso omiso y no
reclamé un dispositivo traductor, salí del teatro, pedí un traductor y volví a
entrar, la conferencia era interesante, Arianna tiene un humor exquisito.
Disfruté la conferencia y la sesión de preguntas. Al finalizar, el moderador,
de quien no recuerdo el nombre, nos invitó a un break coffee de media hora antes de que iniciara la
conferencia de Rodrigo Figueroa Reyes. Bajé al primer piso donde estaban
dispuestas dos carpas con mesas y sofás para los participantes, brindaron café
de Juan Valdez y galletas, la cola era larguísima, y el personal de logística,
periodistas, fotógrafos, escoltas y organizadores paseaban por lado y lado,
incomodando la cola. Fueron quince minutos de espera antes de recibir el café,
o sea, medio receso.
Mientras esperaba sentado a la próxima conferencia,
recordé que tenía dos cosas importantes que hacer en la universidad: grabar un
programa radial para la emisora de mi universidad Uniminuto Radio, y celebrar
el cumpleaños de un amigo, que también se iba a realizar en la universidad. Con
algo de tristeza y rabia, me tocó abandonar el evento, sin disfrutar de todas
las conferencias, muy enriquecedoras, por cierto, para mi formación como comunicador
social y periodista, pero con la felicidad que me da al saber que estuve en la conferencia
de Arianna Huffington, y con la esperanza de que tan maravilloso festival se
repita el próximo año, y que yo pueda asistir y disfrutarlo por completo.
Diego Hernán Rubiano Devia