sábado, 29 de marzo de 2014

¿USTED ES EL MISMO DE LOS BLOGS?

-¿Usted es el mismo de los blogs? Me preguntan de manera jocosa dos de los miembros del equipo de radio de la Universidad. Es como si me preguntaran ¿usted estudia comunicación social? -¡Usted no tiene cara de comunicador!, o como si me dijeran: -¡Usted no parece vivir al suroccidente! Lo mismo pasa con las emociones, por ejemplo, normalmente suelo mostrar una actitud positiva frente a las cosas, por eso a mí siempre me verán sonriendo, así por dentro me esté muriendo de dolor, esté sufriendo o tenga problemas.

La gente dice que uno siempre tiene una doble vida, y que nunca se termina de conocer por completo a alguien. El ser humano ha vivido tantas cosas, independientemente de la edad, que es imposible conocerlo por completo. Es más, ni uno mismo termina de conocerse por completo. Es como el ejemplo del iceberg que proponía Sigmund Freud: a simple vista se conoce solo su superficie, que es la mínima parte, pero nadie puede ver su cuerpo y su contextura real.

Empecemos hablando de mi blog, un espacio que he ido construyendo poco a poco basado en opiniones personales sobre mi particular forma de percibir el mundo, la realidad, y hasta los sueños. Realmente yo no me interesé por escribir sino hasta que entré a la universidad. Escribir en un blog me parecía harto y hasta mamerto. Pero por otro lado me apasionaba leer historias, leer las vivencias y experiencias de esas otras personas que sí se tomaban el mínimo esfuerzo por escribir, y era tanto el interés que le ponía a esas historias particulares que me picó el bichito de contar historias…

Pero no empecé en un blog, sino en Twitter, esa red social que, aunque la había abierto tiempo atrás, había dejado abandonada por “no entenderla”. Me aproveché de los 140 caracteres que me limitaban y empezaba a escribir cosas particulares de mi vida que me pasaban en mi diario vivir. Y era tanta la necesidad de que los demás me leyeran que terminé registrándome como bloguero en el portal web de Revista Semana, donde procuraba escribir al menos una vez por semana…Escribir en semana.com me hizo caer en cuenta que escribir no es fácil, y que no todo el mundo piensa igual que uno, y que además no todo el mundo tolera la forma de pensar de los demás.

Mis primeras entradas tenían muchas falencias, muchas redundancias y muchos signos de puntuación fuera del lugar, por lo que muchos lectores empezaban a insultarme, a criticarme y a burlarse. Pero eso me sirvió mucho, porque me vi en la obligación de corregirme y de superarme, y además a darme cuenta que mi opinión no es la única que existe. Después de más de un año de escribir en ese portal, lo inhabilitaron para blogueros (allá nos llamaban Ciber-periodistas).

El día de mi cumpleaños número 19 en 2013, abrí mi propio espacio de opinión, con el ánimo de agradecer en ese día a todos los que estuvieron a mi lado durante los 19 años de mi vida. Y ahí nació mi sitio de blog titulado ERASE UNA VEZ… Y ¿por qué así? Por la misma necesidad que sentía de contar historias. (Acabo de recordar en este momento una entrevista hecha a la Periodista Patricia Pardo en Caracol Radio, donde decía: “contar historias debe ser una necesidad”).

-¿Usted es el mismo de los blogs?: -Soy el mismo de los blogs, lo que pasa es que las historias plasmadas en el papel se leen más bonitas.
En la vida cotidiana uno está acostumbrado a disfrazarse. Procurar mostrar lo que uno quiere que lo demás vean, mas no lo que ellos quieren ver, es algo que nos pasa a todos en el diario vivir.

Ya lo decía al principio de este texto: ¿Quién no ha guardado detrás de una sonrisa un corazón roto? ¿Quién no ha puesto detrás de un abrazo de afectividad un problema de salud? ¿Quién no se ha reído a carcajadas por un chiste cuando en el fondo quiere llorar por montones?

Por eso contar historias debe ser una necesidad, como decía Patricia Pardo. Y quizás las letras sean el medio más propicio para mostrarme como realmente soy en el fondo o como realmente me siento. Otras personas tienen sus propios medios para liberarse, para expresarse, para opinar o para criticar.

Por eso pienso que las palabras plasmadas en el papel se leen más bonitas, las letras hacen que la alegría y el dolor sean un sentimiento sublime y llevadero. Hacen que lo insoportable sea factible para cualquiera.

Es más, hacer lo que más me apasiona, me muestra como una persona con mascara y no la persona que realmente soy: la radio. En la radio te puedes estar muriendo, pero los oyentes siempre están escuchando una amable risa tuya.  

¡Sí! ¡Yo soy el de los blogs!

Diego Rubiano Devia

@DiegoRubianoD

domingo, 23 de marzo de 2014

MANUAL PARA IDENTIFICAR AMIGOS

“El ser humano puede soportar una semana de sed, dos semanas de hambre, muchos años sin techo, pero no puede soportar la soledad”.

Paulo Coelho

Uno hace amigos de acuerdo al entorno en el que se desempeña. En el colegio es más que habitual decir que el grupo de compañeros que ha estado con uno durante los once años de escolaridad, son amigos. Pero uno se da cuenta de eso en el momento de la graduación. De tus supuestos treinta amigos que decías tener en el colegio ¿A cuántos ves ahora? ¿A tres? ¿Máximo a diez? Ese es el primer paso para identificar amigos. Los amigos no se hacen por la cantidad de tiempo que los conozcas, sino por la calidad del tiempo con ellos.

Me decía alguien alguna vez que uno no va a la universidad a hacer amigos, sino a estudiar, pero como el hombre es sociable por naturaleza, uno tiene que vincularse socialmente con el entorno, y es inevitable crear vínculos de amistad, y a veces crear fuertes lazos con el otro. Ese alguien que alguna vez me dijo eso, está totalmente equivocado. A pesar de que el vínculo empiece siendo netamente académico, termina siendo muy personal. Y aunque ese grupo de personas o ese individuo no haya crecido y vivido con uno “desde siempre”, no significa que no se  le pueda dar el título de “amigo”.

Conozco personas que desde la casa les han inculcado la ya mencionada frase “uno a la universidad no va a hacer amigos”, y crecen con el temor o la prevención de dar y sentir afecto de amistada los demás. Obviamente no a todo el mundo se le puede llamar amigo, porque el título de amistad se gana con unos pocos. Decía la canción de una narco-novela colombiana: “Ratón y queso amigos son. No te confíes de nadie…”. Pero si una persona está dispuesta a ofrecer su amistad ¿no es mejor darle la oportunidad? Uno no puede rechazar a quien puede darle la mano, pues uno no es una súper-persona para poder hacerlo todo por sí solo.

Pero hay algo curioso, hay personas con las que uno ha compartido grandes cosas durante ese lapsus de tiempo, han tenido problemas y los han resuelto juntos, hasta se tienen grandes secretos guardados, etc. Pero aun así se consideran simplemente “compañeros”. Mientras que a esas personas que uno ve de vez en cuando, algunas que uno no ve desde el colegio, a esas personas si se les considera amigos. Tal vez por lo que decía ahora, por haber “crecido juntos”.
De pronto en el espacio académico uno está con las mismas personas por costumbre, y pasa lo mismo que en el proceso de enamoramiento: 1. Se gustan 2. Se enamoran 3. Viven por costumbre. Pero en ese ambiente de costumbres uno empieza a identificar a esas pocas personas a las que uno les puede dar el título de “amigos”. Y es chistoso escuchar a las personas de la filosofía del “no vengo a hacer amigos” refiriéndose a sus compañeros con términos como: amigo/a, amiguis. Eso me hace pensar en una primera impresión que son personas doblemoralistas o tal vez hipócritas, o mucho peor: en verdad consideran que si tienen amigos en el entorno, pero durante su vida han adquirido una coraza demasiado dura para no aceptar vínculos de amistad.

Por lo que he podido observar, y puede que me esté equivocando, las personas de la filosofía “no vengo a hacer amigos”, son personas que quizás en algún momento de su vida les hicieron daño, las hicieron sufrir, les inculcaron algún tipo de miedo durante su infancia, y para evitar volver a vivir esas etapas de dolor, prefieren mostrar una faceta de dureza con los demás.

También alguien me decía alguna vez que uno necesita tiempo para estar solo, y eso lo comparto, porque no hay nada mejor que compartir tiempo con uno mismo, pensar, tener su propio espacio. pero una persona que le teme a la soledad, puede que busque su propio espacio pero a costa de los demás, sienten la necesidad de alejarse aunque no lo quieran, y piden a gritos que los dejen solos, pero a su vez no quieren que los dejen solos. Son personas reacias.

¿La conclusión? –la conclusión solo la puede sacar cada uno desde lo personal.

Diego Rubiano Devia.

@DiegoRubianoD

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