Los últimos días he estado con los nervios de punta, con
total prevención para evitar errar en cualquier situación. Y es que cuando
entré a ese laberinto, aparentemente inofensivo, pensé que la situación sería
diferente, pensé todo menos que fuera una historia de terror.
En el laberinto hay doce hormigas obreras trabajando casi
doce horas, y una más que trabaja las horas restantes, con el propósito de no
parar la producción, pues sería trágico que la actividad se detuviera. El
laberinto está gobernado por dos hormigas supremas que van de vez en cuando
para observar cómo se están comportando sus súbditas, y ahí empieza el momento
de tensión en el lugar.
Las hormiguitas aspiran a trabajar en el terrorífico laberinto
porque necesitan adquirir conocimiento y experiencia en el oficio, y al ver que
en los otros laberintos hay hormigas con mucha experiencia y recorrido, acceden
a dejarse someter por el yugo de las terribles hormigas supremas.
A veces, las hormigas supremas sobrepasan su poder e
interrumpen el tiempo de descanso de aquellas trabajadoras, exigiéndoles más
trabajo, y en un limitado tiempo, pues de no hacerlo, se tendrán que atener a
las consecuencias, y las consecuencias son terribles en este caso.
El miedo invade a las pobres hormiguitas obreras, pues no
pueden darse lujo alguno de cometer el más mínimo error porque las malvadas
hormigas supremas no tardarán en degradar con términos peyorativos a las
trabajadoras y menospreciarlas argumentando que no sirven para nada.
Muchas hormiguitas no han aguantado y han decidido abandonar
el laberinto y partir hacia su hormiguero para luego emprender un nuevo camino
hacia otro laberinto donde no existan hormigas supremas sino hormigas líderes.
Así es el día a día en el laberinto del terror, pero aun así
decidí unirme a esa colonia, porque es una colonia que trabaja en equipo, se
apoya y es muy profesional Aunque muchas hormigas amigas alguna vez me contaron
sobre los abominables tratos, siempre fui consciente que a pesar de todo, la
experiencia y el conocimiento es lo que vale, así ya hubiera tenido que
trabajar con lágrimas en los ojos, derrotado anímicamente, con las manos frías
y el cuerpo temblando de nervios.
Experiencia dedicada a todos los periodistas que día a día
trabajan como hormigas obreras para sacar a la luz la verdad.
Diego Hernán Rubiano Devia
@DiegoRubianoD