martes, 20 de septiembre de 2016

Los horrores del laberinto del terror (historia de una colonia de hormigas)


Los últimos días he estado con los nervios de punta, con total prevención para evitar errar en cualquier situación. Y es que cuando entré a ese laberinto, aparentemente inofensivo, pensé que la situación sería diferente, pensé todo menos que fuera una historia de terror.

En el laberinto hay doce hormigas obreras trabajando casi doce horas, y una más que trabaja las horas restantes, con el propósito de no parar la producción, pues sería trágico que la actividad se detuviera. El laberinto está gobernado por dos hormigas supremas que van de vez en cuando para observar cómo se están comportando sus súbditas, y ahí empieza el momento de tensión en el lugar.

Una de las hormigas supremas empieza a recopilar mentalmente todos los errores que han cometido sus vasallas y les comienza a recriminar, pues no se pueden dar el gusto de que algo salga mal durante la jornada. Nunca reconocen el trabajo bueno, porque ese no es asunto de ellas, pero se satisfacen al causar sufrimiento, pues la filosofía sobre la que se trabaja es la de la opresión y la humillación.

Las hormiguitas aspiran a trabajar en el terrorífico laberinto porque necesitan adquirir conocimiento y experiencia en el oficio, y al ver que en los otros laberintos hay hormigas con mucha experiencia y recorrido, acceden a dejarse someter por el yugo de las terribles hormigas supremas.

A veces, las hormigas supremas sobrepasan su poder e interrumpen el tiempo de descanso de aquellas trabajadoras, exigiéndoles más trabajo, y en un limitado tiempo, pues de no hacerlo, se tendrán que atener a las consecuencias, y las consecuencias son terribles en este caso.

El miedo invade a las pobres hormiguitas obreras, pues no pueden darse lujo alguno de cometer el más mínimo error porque las malvadas hormigas supremas no tardarán en degradar con términos peyorativos a las trabajadoras y menospreciarlas argumentando que no sirven para nada.

Muchas hormiguitas no han aguantado y han decidido abandonar el laberinto y partir hacia su hormiguero para luego emprender un nuevo camino hacia otro laberinto donde no existan hormigas supremas sino hormigas líderes.

Así es el día a día en el laberinto del terror, pero aun así decidí unirme a esa colonia, porque es una colonia que trabaja en equipo, se apoya y es muy profesional Aunque muchas hormigas amigas alguna vez me contaron sobre los abominables tratos, siempre fui consciente que a pesar de todo, la experiencia y el conocimiento es lo que vale, así ya hubiera tenido que trabajar con lágrimas en los ojos, derrotado anímicamente, con las manos frías y el cuerpo temblando de nervios.

Experiencia dedicada a todos los periodistas que día a día trabajan como hormigas obreras para sacar a la luz la verdad.

Diego Hernán Rubiano Devia

@DiegoRubianoD

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