jueves, 17 de diciembre de 2015

De vuelta a la radio y al periódico impreso

Tal parece que fue ya hace bastantes años cuando las familias se reunían en la sala de la casa por las tardes a escuchar las radionovelas, y entrada la noche, el noticiero con los temas más relevantes del día. Al otro día las noticias de Bogotá, Colombia y el mundo se profundizaban en el periódico matutino. Era una época en la que no existían aún las computadoras, y mucho menos el internet y los dispositivos móviles con los que ahora contamos y con los que podemos informarnos en cuestión de segundos. La televisión hace unos treinta o cuarenta años era muy limitada y no todo el mundo tenía acceso a un televisor, lo que hacía que la radio y la prensa escrita fueran los medios favoritos de los colombianos.

Yo no viví en esa época, o más bien, no tuve la oportunidad de vivir en esa época dorada de radionovelas y noticias vespertinas en la radio, pero la imagino por historias que mis padres, mis tíos y primos mayores me han contado, sobre sus vivencias, y sobre cómo era y cómo se movía el mundo hace más de treinta años.

Yo, que estoy acostumbrado a prender la radio, revisar correos, leer los principales portales informativos del país, checar las redes sociales y luego revisar el periódico impreso, apenas me levanto; sentí que me faltaba algo cuando de un momento a otro empezaron a fallar los servicios de internet, teléfono y televisión en mi casa y de repente colapsaron. Una falla técnica, de esas que nunca faltan, en las redes de Claro Colombia, hicieron que mi casa se quedara sin los tres servicios del Triple Play durante tres días.

El cambio repentino de mi rutina diaria fue abrumador, pues no podía leer el correo electrónico, acceder a los portales informativos, revisar las redes sociales; en la noche no podía ver los noticieros porque los decodificadores de los televisores no recibían señal, y hasta extrañé el sonido del teléfono fijo cuando durante esos tres días no sonó.

Lo único que había disponible en casa era la radio y el periódico El Tiempo, que llega sagradamente todos los días a mi puerta. Leí el impreso de principio a fin, hasta el horóscopo en la sección naranja de la publicación. Me sentí por esos días como en las historias que me ha contado siempre mi familia, donde prevalecía la radio y la prensa. Obviamente tenía disponible mi celular y podía hacer todo lo que hago a diario en el laptop, pero de una u otra forma lo quise dejar de lado.

Muchas personas dicen a diario que con la masificación del internet y el fenómeno de la información inmediata a través de las redes sociales, el periódico impreso va a desaparecer, igual que la radio, gracias a las miles de aplicaciones que existen actualmente. Pero definitivamente, dicen por ahí, el papel lo aguanta todo, y la radio, al menos en Colombia, tiene cada vez más oyentes, a pesar de las nuevas y cada día más avanzadas tecnologías.

Diego Hernán Rubiano Devia

@DiegoRubianoD

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