No quiero rayar en lo cursi ni en lo ridículo, pero es
justo y necesario reflexionar sobre mi vida, evaluarme a mí mismo, evaluar mi
manera de ser y preguntarme ¿Qué estoy haciendo mal? o afirmar: “estoy haciendo
algo jodidamente mal” y dar el primer paso para cambiar, para enderezar el
rumbo de mi vida.
Pero llevarme a reflexionar no fue por obra y gracia del Espíritu
Santo, a no ser que el Espíritu Santo los haya mandado a ustedes para darme
consejos, para hacerme caer en cuenta de lo que estoy haciendo bien y lo que
estoy haciendo mal, y créanme que me hicieron aterrizar, el golpe es duro, pero
reaccioné, a último momento, pero reaccioné. Y ya me lo habían advertido desde el
primer instante, pero mi prepotencia y mi egocentrismo hicieron que yo hiciera
caso omiso a lo que ustedes me decían ¿el egocentrismo enceguece y ensordece? Al
parecer sí, o al menos a mí me pasó.
Imprudente, egocéntrico, elitista, son palabras que últimamente
fueron tendencia en mí. Palabras duras pero reales, palabras con las que
ustedes han definido alguna vez en su vida, pero ¿Qué mejor amigo que el que te
dice la verdad así duela? Quizá yo me encontraba enclaustrado en mi propia
burbuja, en mi propio mundo, pasando, muchas veces por encima de los demás sin
importar a quien hería, sin importar lo que muchas veces, pensaran u opinaran
ustedes. Muchas veces me creí el ombligo del mundo y termine creyéndome el
cuento yo solo.
Aprendí, en parte, gracias a ustedes, a respetar ideales
y concepciones del mundo, ideologías políticas, a respetar opiniones y a no
pensar que yo era el único que tenía la razón y la verdad.
Las palabras hieren más que los golpes, y alguno de
ustedes me lo dijo alguna vez, y eso radica en mi imprudencia y en mi lenguaje
altamente excluyente, por ahí dicen que las balas y las palabras no regresan de
donde salieron, eso lo he comprendido gracias a ustedes, a esas críticas
constructivas a las que siempre hice caso omiso. Y ¿Por qué hacía caso omiso a
esas palabras? Por el tono en el que, muchas veces alguno de ustedes me dijo esas
palabras, que, mal interpretadas por mí, sonaban como si ustedes se creyeran
los amos y dueños de la moral. Pero bueno, creo que no era así.
Gracias por hacerme caer en cuenta de mis errores, espero
también estar aportando algo bueno de mí en ustedes. Me he dado cuenta que el
tiempo pasa y con él, las respuestas vienen.
Gracias a ustedes… A los de siempre…
Posdata: Perdón por haber rayado en lo cursi y en lo ridículo
a lo largo de este texto.
Diego Hernán Rubiano Devia
realmente me alegro, pero no por mi si no por usted que comprendió que solo lo queremos ver en la cima y no en el suelo, gracias a estupideces que se pueden cambiar con pensar un poco más.
ResponderEliminarGracias por tenernos en cuenta y téngalo por seguro que he aprendido demasiado de usted.