La Constitución colombiana legitima el derecho a la
protesta, a la manifestación, con el fin de hacer valer los derechos de los
ciudadanos, cuando se ven vulnerados o cuando sienten que el Estado es injusto
con ellos.
Los estudiantes son los que más se han manifestado por
diferentes razones: calidad en la educación, infraestructura en los campus
universitarios, falta de oportunidades en el campo laboral, etc. Lo mismo ha
ocurrido con el gremio de profesores, que en Colombia son mal pagos; con los
transportadores, con los recicladores, en fin, todos los gremios se han ido a
protesta y a manifestación por diferentes razones a lo largo de la historia.
Recolecta de café |
Pero este año si ha sido la hecatombe, empezando por el
paro de cafeteros, el de los cacaoteros y seguido por el paro de
transportadores. El paro de cafeteros, como bien lo sabe la opinión pública,
empezó por las pocas ganancias o pérdidas que recibían por la venta del café,
afirmando que para producir una carga se invertía 650.000 pesos, pero se vendía
en 512.000 pesos, lo que llevo a los cafeteros a entrar en paro hasta recibir
una ayuda “justa” del Gobierno. El paro fue de tal magnitud que los campesinos
de las diferentes zonas cafeteras del país bloquearon las principales vías de
acceso, lo cual es totalmente ilegal, impidiendo el paso de camiones con
alimentos que abastecen a las principales ciudades, el paso de las ambulancias
con pacientes en grave estado de salud, con medicamentos para clínicas y
hospitales y con insumos de vital importancia y primera necesidad para los
mismos. El bloqueo de las principales vías también desabasteció de combustibles
las estaciones de gasolina ¿Es justo que todo un país sufra las consecuencias
de un paro en el que no tiene nada que ver? ¿Qué paguen justos por pecadores?
paro de transportadores |
El resultado de aquel paro terminó afectando a todo el
país: toneladas de alimentos se pudrieron en carretera, el precio de algunos
productos de la canasta familiar subieron increíblemente de precio, así fue de
grave la situación que en almacenes como Carulla no se vio por algún tiempo
productos como zanahorias. Durante el paro, la gasolina subió de precio, lo que
generó también el paro de camioneros y se empeoró la situación del país. El
Presidente Juan Manuel Santos terminó bajando aún más su popularidad en las
encuestas, empezando porque el alza que sufrió la gasolina no podía ser, porque
así reza en la recién aprobada Reforma Tributaria.
Los profesores de la Universidad Nacional también
entraron en paro durante una semana, exigiendo mejoras en el bajo salario que
reciben. Las directivas de la Universidad Nacional, después de analizar la
situación económica, dijeron que no podían subirles el sueldo a los profesores
por falta de presupuesto. ¿La universidad pública más importante de Colombia no
tiene presupuesto para pagarle a su planta profesoral?
Las manifestaciones y paros que se presentaron la semana
pasada en todo el territorio nacional
nos dejan ver varios factores a favor y en contra de este tipo de
“actividades”. A favor, porque los ciudadanos estamos reconociendo públicamente
nuestros derechos y los estamos haciendo valer, no nos quedamos callados como
antes, que “comíamos” en silencio. Y en contra, porque muchas de las
manifestaciones y protestas que se presentan muchas veces en el país terminan
rayando en el vandalismo, en la anarquía y en el desorden, terminan pasando por
encima de los demás sin Dios ni gloria. Un ejemplo, es el caso que acabo de
mencionar sobre los caficultores que bloquearon las principales vías del país.
recibiendo subsidios de Familias en Acción |
Hay que tener en cuenta que culturalmente muchos
colombianos se enseñaron a la “mendicidad pública”, y tengo que decirlo. Todos
los días cuando prendemos el televisor y vemos las noticias nacionales, vemos
como muchos colombianos culpan al gobierno de turno por sus desgracias, piden
subsidios y ayudas humanitarias, pero ellos mismos no colaboran para salir de
las crisis que padecen. Un profesor de la universidad decía: “Colombia es un
país de llorones”, un país que espera obtener la paz sacando un pañuelo blanco
en la Plaza de Bolívar, un país donde muchos demandan al estado por cierta
cantidad de dinero, sin tener en cuenta que somos los colombianos los que
pagamos por esas demandas que podrían ser usadas en obras publicas. Si queremos
paz, si queremos dejar de ser un país en vía de desarrollo, tenemos que
aprender a ser un país participativo, hacernos escuchar, trabajar para
lograrlo.
Diego Hernán Rubiano Devia
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