sábado, 9 de marzo de 2013

VOZ Y VOTO


La Constitución colombiana legitima el derecho a la protesta, a la manifestación, con el fin de hacer valer los derechos de los ciudadanos, cuando se ven vulnerados o cuando sienten que el Estado es injusto con ellos.

Los estudiantes son los que más se han manifestado por diferentes razones: calidad en la educación, infraestructura en los campus universitarios, falta de oportunidades en el campo laboral, etc. Lo mismo ha ocurrido con el gremio de profesores, que en Colombia son mal pagos; con los transportadores, con los recicladores, en fin, todos los gremios se han ido a protesta y a manifestación por diferentes razones a lo largo de la historia.
Recolecta de café

Pero este año si ha sido la hecatombe, empezando por el paro de cafeteros, el de los cacaoteros y seguido por el paro de transportadores. El paro de cafeteros, como bien lo sabe la opinión pública, empezó por las pocas ganancias o pérdidas que recibían por la venta del café, afirmando que para producir una carga se invertía 650.000 pesos, pero se vendía en 512.000 pesos, lo que llevo a los cafeteros a entrar en paro hasta recibir una ayuda “justa” del Gobierno. El paro fue de tal magnitud que los campesinos de las diferentes zonas cafeteras del país bloquearon las principales vías de acceso, lo cual es totalmente ilegal, impidiendo el paso de camiones con alimentos que abastecen a las principales ciudades, el paso de las ambulancias con pacientes en grave estado de salud, con medicamentos para clínicas y hospitales y con insumos de vital importancia y primera necesidad para los mismos. El bloqueo de las principales vías también desabasteció de combustibles las estaciones de gasolina ¿Es justo que todo un país sufra las consecuencias de un paro en el que no tiene nada que ver? ¿Qué paguen justos por pecadores?

paro de transportadores
El resultado de aquel paro terminó afectando a todo el país: toneladas de alimentos se pudrieron en carretera, el precio de algunos productos de la canasta familiar subieron increíblemente de precio, así fue de grave la situación que en almacenes como Carulla no se vio por algún tiempo productos como zanahorias. Durante el paro, la gasolina subió de precio, lo que generó también el paro de camioneros y se empeoró la situación del país. El Presidente Juan Manuel Santos terminó bajando aún más su popularidad en las encuestas, empezando porque el alza que sufrió la gasolina no podía ser, porque así reza en la recién aprobada Reforma Tributaria.

Los profesores de la Universidad Nacional también entraron en paro durante una semana, exigiendo mejoras en el bajo salario que reciben. Las directivas de la Universidad Nacional, después de analizar la situación económica, dijeron que no podían subirles el sueldo a los profesores por falta de presupuesto. ¿La universidad pública más importante de Colombia no tiene presupuesto para pagarle a su planta profesoral?

Las manifestaciones y paros que se presentaron la semana pasada en  todo el territorio nacional nos dejan ver varios factores a favor y en contra de este tipo de “actividades”. A favor, porque los ciudadanos estamos reconociendo públicamente nuestros derechos y los estamos haciendo valer, no nos quedamos callados como antes, que “comíamos” en silencio. Y en contra, porque muchas de las manifestaciones y protestas que se presentan muchas veces en el país terminan rayando en el vandalismo, en la anarquía y en el desorden, terminan pasando por encima de los demás sin Dios ni gloria. Un ejemplo, es el caso que acabo de mencionar sobre los caficultores que bloquearon las principales vías del país.

recibiendo subsidios de Familias en Acción
Hay que tener en cuenta que culturalmente muchos colombianos se enseñaron a la “mendicidad pública”, y tengo que decirlo. Todos los días cuando prendemos el televisor y vemos las noticias nacionales, vemos como muchos colombianos culpan al gobierno de turno por sus desgracias, piden subsidios y ayudas humanitarias, pero ellos mismos no colaboran para salir de las crisis que padecen. Un profesor de la universidad decía: “Colombia es un país de llorones”, un país que espera obtener la paz sacando un pañuelo blanco en la Plaza de Bolívar, un país donde muchos demandan al estado por cierta cantidad de dinero, sin tener en cuenta que somos los colombianos los que pagamos por esas demandas que podrían ser usadas en obras publicas. Si queremos paz, si queremos dejar de ser un país en vía de desarrollo, tenemos que aprender a ser un país participativo, hacernos escuchar, trabajar para lograrlo.

Aún no hemos entendido el Articulo 3. de la Constitución que dice: "La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder publico. El pueblo ejerce en forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la Constitución establece"

Diego Hernán Rubiano Devia



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comments system

Disqus Shortname