En el año 2010, en mi colegio se hizo un evento para
homenajear a todas las víctimas que ha dejado la guerra en Colombia a través de
los años. No importaba si las víctimas eran de las Farc, de los Paramilitares o
del Estado, en el evento se demostró que todas las víctimas valen igual. Ese
día en el suelo de la cancha de baloncesto se puso una frase en letras grandes
que decía: “Ninguna víctima me es indiferente”.
Hoy recordé esta frase al revisar mi Facebook y mi Twitter, donde
muchas personas se lamentaban del trágico atentado terrorista ocurrido en la
noche de ayer en Paris. Dicho suceso generó debate en las redes sociales, como
con todos los temas de coyuntura., pero esta vez las discusiones se centraban
en qué víctimas valían más: si las víctimas de la trágica noche de ayer en
París, las víctimas de Palestina, o las víctimas de nuestro país.
Lamentablemente en el mundo se ve a diario a miles de
personas que mueren en la guerra, y son tantas las víctimas alrededor del mundo
que cuando escuchamos las noticias se nos hace normal, porque ya estamos
acostumbrados. Ya la guerra se convirtió en paisaje para nosotros. Si hablamos
de los centenares de muertos en Medio Oriente no nos indignamos porque ¡Como ya
es normal que se maten!, si hablamos de las víctimas en Colombia, la lógica es
la misma: ¡Es que como aquí siempre han matado gente!
Obviamente uno ve que en las noticias pasan imágenes de las
víctimas del atentado en París y se indigna, e inmediatamente rechaza los
acontecimientos, es que más de cien víctimas es impactante. Muchos dirán: “Es
que en Colombia son miles los muertos y nadie dice nada”, es verdad, pero ese
no es un argumento válido para llegar a ser tan indolentes frente a un suceso
tan triste.
Y esa es la estúpida discusión que se ha venido generando hoy
en las redes sociales: que nos conmovemos con los atentados de París porque son
europeos, porque está de moda, porque es tendencia. Que no nos conmocionamos
con las víctimas mortales que a diario deja la guerra en el Medio Oriente. Que
en Colombia no tenemos memoria, que no conocemos nuestra historia, que no
lloramos a nuestros muertos, que nos duelen más las víctimas ajenas que
nuestras propias víctimas.
Hace poco volví a leer el libro Guerras Recicladas de María
Teresa Ronderos, periodista de Verdad Abierta. El libro que cuenta cómo se
crearon los grupos de Autodefensa en el país, y la sangrienta guerra que se
libró entre ellos y las guerrillas de izquierda. Una guerra que ha tenido tanto
impacto que ya la vemos como si fuera un partido de fútbol, donde las dadas de
baja cuentan como goles, y nos hemos convertido en una sociedad que les da
valor a sus víctimas a conveniencia. Para algunas personas vale más las
víctimas de las Farc, para otras personas las de los Paramilitares y bandas
criminales, para otros las del Ejercito. ¿A caso la vida no vale nada, como
dice la ranchera de José Alfredo Jiménez?
Qué importa que
Facebook haya puesto la bandera de Francia como símbolo de condolencia a los
muertos de Francia, no podemos centrarnos en un debate absurdo por esas cosas
tan básicas, cuando lo que estamos haciendo es ponerle precio a nuestros
muertos, a las víctimas de las guerras, de guerras que en pleno Siglo XXI no
deberían existir. Como quisiera yo que lo que alguna vez dijo John Lennon en su
canción ‘Imagine’ no fuera una utopía sino una realidad.
Por eso ninguna víctima me es indiferente…
Diego Hernán Rubiano Devia
@DiegoRubianoD
No hay comentarios:
Publicar un comentario