“El último domingo
de la Feria, fue la oportunidad perfecta para disfrutarla, navegar en ese
maravilloso mundo de los libros, de la literatura, de la actualidad, del
conocimiento…”
La Feria Internacional del Libro (Filbo) se ha convertido
en una tradición para los bogotanos desde su primera versión, hace 26 años. Este
año se celebró la versión número 26 donde el país invitado fue Portugal.
Durante la Feria del Libro, se dan lugar en Corferias,
estudiantes de colegio y universitarios, periodistas, escritores, lectores aficionados,
curiosos e intelectuales del país; que asisten para observar las últimas
publicaciones de importantes autores, los best seller del año, clásicos de la
literatura colombiana y universal y hasta para suscribirse a los principales
diarios y revistas del país.
Desde que empezó la Feria del Libro este año, el 18 de
abril, las ansias por asistir me invadían, quería ver las últimas publicaciones
que se habían hecho en materia política y periodista, y visitar el stand de mi
universidad para ver las últimas publicaciones de la Facultad de Ciencias de la
Comunicación, la facultad a la que pertenezco, y para pasar un rato agradable. No
pude asistir los primeros días por las responsabilidades que tenía en ese
momento en la universidad, además que la Feria se cruzaba con la época de
parciales del segundo corte académico, por lo que fue imposible asistir. El día
en el que, con unos amigos de la universidad, organizamos asistir, no pudimos
ir, por razones varias: pereza, trabajos y tareas, falta de dinero, etc. ese
momento fue frustrante para mí, porque pensé que esa era mi última oportunidad
para asistir, y que tal vez, no me quedaría tiempo para ir más adelante.
El último domingo de la Feria, fue la oportunidad
perfecta para disfrutarla, navegar en ese maravilloso mundo de los libros, de
la literatura, de la actualidad, del conocimiento… pero no pude hacer gran
cosa, ese día llovió torrencialmente por toda la ciudad, ese domingo se
frustró, pero de repente me acordé que el miércoles 1 de mayo culminaba la
Feria, y que los mejores eventos se recibirían ese día en Corferias, además que
coincidía que era festivo, porque se celebraba el día del trabajo en Hispanoamérica…
Ese miércoles por fin lo disfruté como quería, llegué a
Corferias a eso de las 11 de la mañana, el sol en la capital bogotana era
radiante, no había indicios de que más tarde fuese a llover, llegué a la
plazoleta de entrada, las colas para comprar las boletas y posteriormente para
ingresar al recinto, eran eternas. Después de unos largos minutos, por fin pude
ingresar.
Empecé recorriendo el pabellón de Planeta y el del Grupo
Prisa, los pasillos estaban repletos, a punto de colapsar, había muchas obras
interesantes, de literatura universal, principalmente. Pero la felicidad se
apoderó de mí al toparme con el stand de periodismo y actualidad, donde se
encontraban en exhibición obras que siempre he querido leer. Recuerdo muy bien,
que al principio del stand estaban los libros de Hector Abad Faciolince: “Tratado
de culinaria para mujeres tristes”, “Asuntos de un hígado disoluto”, “Fragmentos
de amor furtivo” y “Basura”. Lo curioso es que en las publicaciones de
Faciolince no estaba el libro, tal vez más importante de su carrera como
escritor, “El Olvido que Seremos”.
Más adelante se encontraban los libros de los principales
periodistas del país, libros que quizá, son un tesoro para uno como periodista,
en mi caso, como periodista en formación. “Tinta indeleble” que habla de la
vida y obra de Guillermo Cano, “Crónicas que matan” de María Jimena Duzán, “Sálvese
quien pueda” y “El club de los lagartos”
de Daniel Samper Ospina, y otros libros de la realidad nacional como “Orden
Desarmado” o “justicia y paz” son algunas de las muchas obras periodísticas que
se encontraban en la Feria del Libro. Personalmente, me pareció una falta de
respeto que entre esas magnificas obras periodísticas se encontrara “Room
Service” el libro de Dania Londoño, la
prostituta del escándalo con los escoltas de Barack Obama en Cartagena, ¿la
recuerdan?.
Recordé que a la entrada me habían dado el programa de
eventos de ese día, lo saqué de una bolsa pequeña que tenía en mi mano y lo
leí, se presentarían grandes periodistas como Claudia Palacios, Daniel Samper y
María Jimena Duzán, autografiando sus libros, y el escritor colombiano Gustavo Bolívar
quien presentaría su último libro “Al amanecer entenderás la vida”, y estaría
el periodista Hollman Morris, el director de Contravía y actual gerente del
Canal Capital. No podía quedarme hasta después de las tres de la tarde, debido
a que tenía trabajos represados para el otro día de la universidad, y la
presentación de cada uno de ellos fue después de las tres de la tarde, lo que
quiere decir que no asistí a ninguna de la presentación de estos grandes del
periodismo y la literatura.
Luego fui al stand de universidades, con el ánimo de ver
si había alguna publicación de mi facultad, subí al segundo piso, donde se
encontraban los stand de las principales universidades del país, quienes desde
ya están ofreciendo sus ofertas de programas académicos para el segundo semestre
del 2013, y exponiendo sus publicaciones. Luego asistí al pabellón infantil, y
más tarde al pabellón de publicaciones clasificadas por campos del
conocimiento.
A eso de la una de la tarde, la lluvia no se hizo
esperar, ese radiante sol que iluminaba hasta ese momento, se opacó de repente
y empezó a llover desenfrenadamente, yo no llevaba sombrilla, lo que también
impidió poder quedarme al resto de la Feria. Pero no podía abandonar el recinto
sin antes comprar algún libro. Por fortuna pasé por el stand del Fondo de Cultura
Económica donde aparecían expuestos los grandes títulos de Gabriel García Márquez,
y entre esos títulos estaba uno de los libros que siempre quise leer: “Noticia
de un secuestro”, sin pensarlo dos veces, lo compré.
La experiencia de navegar en un mar de libros, es algo
que solo se puede disfrutar una vez al año en Bogotá, y espero tener más tiempo
disponible en una próxima ocasión.
CODA: Leer crea
estructuras narrativas, crea discurso. “Un libro tiene la capacidad de hacernos
vivir vidas ajenas”.
Diego Hernán
Rubiano Devia
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