Tal
parece que fue ya hace bastantes años cuando las familias se reunían en la sala
de la casa por las tardes a escuchar las radionovelas, y entrada la noche, el
noticiero con los temas más relevantes del día. Al otro día las noticias de
Bogotá, Colombia y el mundo se profundizaban en el periódico matutino. Era una
época en la que no existían aún las computadoras, y mucho menos el internet y
los dispositivos móviles con los que ahora contamos y con los que podemos
informarnos en cuestión de segundos. La televisión hace unos treinta o cuarenta
años era muy limitada y no todo el mundo tenía acceso a un televisor, lo que
hacía que la radio y la prensa escrita fueran los medios favoritos de los
colombianos.
Yo no
viví en esa época, o más bien, no tuve la oportunidad de vivir en esa época
dorada de radionovelas y noticias vespertinas en la radio, pero la imagino por
historias que mis padres, mis tíos y primos mayores me han contado, sobre sus
vivencias, y sobre cómo era y cómo se movía el mundo hace más de treinta años.
Yo,
que estoy acostumbrado a prender la radio, revisar correos, leer los
principales portales informativos del país, checar las redes sociales y luego
revisar el periódico impreso, apenas me levanto; sentí que me faltaba algo cuando
de un momento a otro empezaron a fallar los servicios de internet, teléfono y
televisión en mi casa y de repente colapsaron. Una falla técnica, de esas que
nunca faltan, en las redes de Claro Colombia, hicieron que mi casa se quedara
sin los tres servicios del Triple Play durante
tres días.
El
cambio repentino de mi rutina diaria fue abrumador, pues no podía leer el
correo electrónico, acceder a los portales informativos, revisar las redes
sociales; en la noche no podía ver los noticieros porque los decodificadores de
los televisores no recibían señal, y hasta extrañé el sonido del teléfono fijo
cuando durante esos tres días no sonó.
Lo único
que había disponible en casa era la radio y el periódico El Tiempo, que llega
sagradamente todos los días a mi puerta. Leí el impreso de principio a fin,
hasta el horóscopo en la sección naranja de la publicación. Me sentí por esos
días como en las historias que me ha contado siempre mi familia, donde
prevalecía la radio y la prensa. Obviamente tenía disponible mi celular y podía
hacer todo lo que hago a diario en el laptop, pero de una u otra forma lo quise
dejar de lado.
Muchas
personas dicen a diario que con la masificación del internet y el fenómeno de
la información inmediata a través de las redes sociales, el periódico impreso
va a desaparecer, igual que la radio, gracias a las miles de aplicaciones que
existen actualmente. Pero definitivamente, dicen por ahí, el papel lo aguanta
todo, y la radio, al menos en Colombia, tiene cada vez más oyentes, a pesar de
las nuevas y cada día más avanzadas tecnologías.
Diego
Hernán Rubiano Devia
@DiegoRubianoD