Estoy sentado en el sofá de la sala principal de mi casa con
el computador en las piernas, y oigo cómo se cierra la puerta de la entrada. Sé
que es mi mamá porque habitualmente llega a esa hora de la oficina. Viene con
su bolso de cuero, su maletita con los recipientes del almuerzo, y algunas
bolsas llenas con cosas que ha comprado en algún almacén de cadena.
Entre tanto, mi papá está preparando café y algún otro
aperitivo para brindarle a mamá porque sabe que llega agotada del trabajo. Se
sientan en el comedor secundario en la cocina, y empiezan a hablar. Ella le
cuenta cómo transcurrió su día en la oficina, y así transcurre la conversación
mientras llega mi hermano de la universidad y se incorpora a la tertulia, y yo
hago lo propio. Es un ritual de casi todos los días.
En casa, todo gira alrededor de la sala comedor, pues es
allí donde todos nos reunimos así sea una vez al día. No hay día en el que no
haya reunión familia. Ese sencillo acto simbólico es el que representa los
lazos afectivos de mi familia.
A continuación relataré quién es mi familia, cómo funciona,
y la forma en la que mi vida gira en torno a ella.
La casa
Siempre he vivido en el mismo lugar, o al menos eso es lo
que alcanzo a recordar. Mis padres compraron la casa cuando yo apenas tenía
meses de nacido, es decir, tiene los mismos 21 años de antigüedad que tengo yo
de viejo.
Es una casa grande ubicada al occidente de Bogotá. Tan
grande que nos hemos dado el lujo de modificarla a nuestro antojo, sin que
nadie nos lo impida. Mi mamá ha mandado a remodelar la cocina unas cuatro veces
en los últimos diez años. Mi papá pinta las paredes cada vez que se le hace
aburrido el color que tenían antes, etc. y eso se ha convertido en un símbolo de
libertad y de unión familiar.
La casa fue diseñada alrededor de focos de luz natural que
iluminan todo el lugar, por lo que no hay necesidad de encender luces durante
el día. Para mis padres, la importancia de la luz va más allá de lo estético,
pues también representa vida, alegría, y buenas energías.
En casa siempre hay flores. A veces hay rosas rojas y
blancas, otras veces hay claveles, tulipanes, cartuchos, pero siempre hay. Mamá
las compra todos los fines de semana. Uno de los ramos siempre está destinado a
adornar la pequeña repisa donde se posa la imagen de la Virgen de Guadalupe,
que fue traída hace algunos años de México.
Pero no solo las flores son protagonistas en casa. Múltiples
materitas con diferentes tipos de plantas también adornan el lugar. Algunas las
compra mamá cuando va al mercado, y otras las ha cultivado papá en su tiempo
libre. Siempre hay un día en la semana donde mis papás están rociando y
plantando las matas, haciendo los arreglos florales y cambiando las macetas de lugar.
Aunque dentro del patrimonio familiar hay otros bienes, nada
va a reemplazar la casa grande y llena de magia que se ha construido por más de
20 años; que representa de la manera más sublime, el trabajo, la paciencia, el
amor, el cariño y la dedicación de mis padres. Pues en cada rincón de este
hogar, habitan los momentos más bonitos de mi vida.
Diego Hernán Rubiano Devia
@DiegoRubianoD