sábado, 14 de noviembre de 2015

Ninguna víctima me es indiferente

En el año 2010, en mi colegio se hizo un evento para homenajear a todas las víctimas que ha dejado la guerra en Colombia a través de los años. No importaba si las víctimas eran de las Farc, de los Paramilitares o del Estado, en el evento se demostró que todas las víctimas valen igual. Ese día en el suelo de la cancha de baloncesto se puso una frase en letras grandes que decía: “Ninguna víctima me es indiferente”.

Hoy recordé esta frase al revisar mi Facebook y mi Twitter, donde muchas personas se lamentaban del trágico atentado terrorista ocurrido en la noche de ayer en Paris. Dicho suceso generó debate en las redes sociales, como con todos los temas de coyuntura., pero esta vez las discusiones se centraban en qué víctimas valían más: si las víctimas de la trágica noche de ayer en París, las víctimas de Palestina, o las víctimas de nuestro país.

Los que pusieron en su foto de perfil en Facebook la bandera francesa, o escribían sus condolencias solidarizándose con las víctimas, eran atacados con comentarios comparando las víctimas de un lado y del otro.

Lamentablemente en el mundo se ve a diario a miles de personas que mueren en la guerra, y son tantas las víctimas alrededor del mundo que cuando escuchamos las noticias se nos hace normal, porque ya estamos acostumbrados. Ya la guerra se convirtió en paisaje para nosotros. Si hablamos de los centenares de muertos en Medio Oriente no nos indignamos porque ¡Como ya es normal que se maten!, si hablamos de las víctimas en Colombia, la lógica es la misma: ¡Es que como aquí siempre han matado gente!

Obviamente uno ve que en las noticias pasan imágenes de las víctimas del atentado en París y se indigna, e inmediatamente rechaza los acontecimientos, es que más de cien víctimas es impactante. Muchos dirán: “Es que en Colombia son miles los muertos y nadie dice nada”, es verdad, pero ese no es un argumento válido para llegar a ser tan indolentes frente a un suceso tan triste.

Y esa es la estúpida discusión que se ha venido generando hoy en las redes sociales: que nos conmovemos con los atentados de París porque son europeos, porque está de moda, porque es tendencia. Que no nos conmocionamos con las víctimas mortales que a diario deja la guerra en el Medio Oriente. Que en Colombia no tenemos memoria, que no conocemos nuestra historia, que no lloramos a nuestros muertos, que nos duelen más las víctimas ajenas que nuestras propias víctimas.

Hace poco volví a leer el libro Guerras Recicladas de María Teresa Ronderos, periodista de Verdad Abierta. El libro que cuenta cómo se crearon los grupos de Autodefensa en el país, y la sangrienta guerra que se libró entre ellos y las guerrillas de izquierda. Una guerra que ha tenido tanto impacto que ya la vemos como si fuera un partido de fútbol, donde las dadas de baja cuentan como goles, y nos hemos convertido en una sociedad que les da valor a sus víctimas a conveniencia. Para algunas personas vale más las víctimas de las Farc, para otras personas las de los Paramilitares y bandas criminales, para otros las del Ejercito. ¿A caso la vida no vale nada, como dice la ranchera de José Alfredo Jiménez?

 Qué importa que Facebook haya puesto la bandera de Francia como símbolo de condolencia a los muertos de Francia, no podemos centrarnos en un debate absurdo por esas cosas tan básicas, cuando lo que estamos haciendo es ponerle precio a nuestros muertos, a las víctimas de las guerras, de guerras que en pleno Siglo XXI no deberían existir. Como quisiera yo que lo que alguna vez dijo John Lennon en su canción ‘Imagine’ no fuera una utopía sino una realidad.

Por eso ninguna víctima me es indiferente…

Diego Hernán Rubiano Devia                  

@DiegoRubianoD

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