martes, 6 de agosto de 2013

MI AMADA BOGOTÁ

“Y como no sentirme orgulloso de la ciudad que me vio nacer…”

Fuente: http://www.culturarecreacionydeporte.gov.co
Como no sentirme orgulloso este día, si al despertar, siento ese frio característico que de repente se vuelve cálido alrededor de un típico café en la mañana, mientras miro cómo se asoma el sol por detrás de esos verdes cerros orientales, y que en compañía de la radio, empieza un nuevo día.

Y como no sentirme orgulloso de la ciudad que me vio nacer, que me ha visto crecer, y que me lo ha dado todo. Esa ciudad que a diario me brinda miles de oportunidades.

Y es que Bogotá es la ciudad de las oportunidades, lo que la ha convertido en una ciudad multicultural, en una ciudad diversa. Esa ciudad que por siempre ha recibido a las personas de todos los rincones del país. Por eso Bogotá es tierra de todos.

Esto lo escribo con nostalgia, porque aunque Bogotá es tierra de todos, tal parece que no es tierra de nadie. Una ciudad que da pero que no recibe. Una ciudad que hemos ultrajado, que hemos afeado, que hemos dañado y deteriorado. Una ciudad con miles de calles tristes, desoladas; con sus paredes pintadas con improperios hacia algún anónimo, o algún escudo de un equipo de futbol mal representado. Una ciudad saqueada por un sinfín de gobernantes que se han llenado los bolsillos con el erario público, gobernantes elegidos por nosotros los bogotanos, elegidos a raíz de nuestra ingenuidad e ignorancia. Una ciudad cubierta de carteles publicitarios mal pegados, que quedan en el olvido a través del tiempo. Una ciudad que ha crecido hacia los lado y no hacia arriba, por causa de la pobreza; un reflejo de la situación del país a lo largo de su historia reciente.

Bogotá es esa ciudad que combina los grandes edificios modernos, con la arquitectura colonial. Y como no recordar el centro histórico de la capital, con sus pequeñas calles, la mayoría empinadas, donde se posan grandes casas construidas de bahareque, que expulsan un olor a historia. Sus iglesias, de estilo colonial. La gran Plaza de Bolívar, rodeada por los edificios de los cuatro poderes del país (el ejecutivo, el legislativo, el judicial, y la iglesia), lugar de encuentro de marchas y protestas; a pesar de ser Bogotá una de las ciudades más grandes de América Latina, aún conserva esa típica plaza que es común en todos los municipios del país. Pero es inevitable no mirar hacia arriba, y ver los grandes edificios, ver esa ciudad moderna, que ha tenido que crecer aceleradamente. Recordar los grandes centros de encuentro de los capitalinos, como el Estadio el Campín, que vibra apasionadamente en cada clásico, el Parque Simón Bolívar (nuestro propio Central Park), el tradicional Chorro de Quevedo y el Parque de los Periodistas, los grandes centros comerciales y financieros. Y esa mancha de buses rojos de Transmilenio que terminó convirtiéndose en parte de nuestra cultura. Mirar hacia el oriente y observar esa iglesia que se posa en la cima del Cerro de Monserrate, y a uno de sus costados, a la Virgen de Guadalupe, que reposa en el cerro de mismo nombre, y que día y noche vigilan la ciudad como el mismo Dios.   

Ojalá que los habitantes de esta ciudad, de la Metrópoli de América del Sur, recuerden esta fecha tan especial, y que así mismo aprendan (aprendamos) a quererla, a valorarla, a hacer de ella una ciudad mejor.

¡Feliz cumpleaños 475 Bogotá!

Diego Hernán Rubiano Devia
@DiegoRubianoD











sábado, 3 de agosto de 2013

DEL HUMOR AL CLICHÉ

“Pero aquí no hay buen humor…”

Al parecer, el buen humor en Colombia, o al menos en los canales nacionales, ha desaparecido. Tan solo basta con sintonizar la televisión colombiana el sábado en la noche para ver las burdas representaciones que muchos “humoristas” hacen.

No quiero caer en el error de desmeritar el trabajo de muchos colombianos que subsisten tratando de hacer humor, pero hay que aceptar que la mayoría de ellos caen en el cliché de contar los mismos chistes, de hacer las mismas representaciones y burlas absurdas de siempre ¿se habrá perdido la originalidad?

Voy a mencionar algunas de las muchas representaciones y algunos de los muchos chistes y burlas que hacen que los llamados humoristas se vuelvan hartos y repetitivos:

1.    Las representaciones, las malas representaciones, diría yo, sobre los campesinos del país. No entiendo por qué el papel del típico campesino paisa, el campesino tolimense, el campesino boyacense, o el campesino pastuso, es el papel preferido por los humoristas. ¿tal vez sea el más fácil? ¿el más común? o ¿el que amerita más chistes flojos? Porque de lo que si estoy seguro es que es una subestimación a aquellos verdaderos campesinos de cada una de estas regiones, además de ser una falta de respeto. ¿Por qué siempre representan al paisa como el individuo tramposo que se aprovecha de los demás? ¿Por qué representan al tolimense como una persona perezosa? ¿Por qué el pastuso siempre es la persona ignorante que amerita burla?

2.    Los chistes machistas. Los chistes de este tipo también son muy comunes, son otro cliché. Son esos chistes que resaltan al hombre machista, que deja por debajo a la mujer. Por ejemplo, los chistes de suegras, que por lo general son chistes crueles, donde la suegra es un personaje malvado, que amerita cualquier cosa mala, hasta la muerte. Los chistes de las esposas son otro claro ejemplo, donde por lo general, para los “cuentachistes” todas las esposas son amas de casa, son personas amargadas, personas resentidas. Para un humorista promedio, el rol de esposa siempre es el de la mujer que tiene que cocinar, cuidar a los hijos y hacer los quehaceres del hogar. Casi siempre un humorista de este tipo habla de amantes y de sexo, invisibilizando los valores de una mujer.

3.    Creo que las minorías son los grupos sociales más subestimados en el humor colombiano. Podemos ver como se hacen malas imitaciones de homosexuales, de negritudes, de campesinos, como lo mencionaba anteriormente, de empleadas de servicios domésticos, de celadores, etc. ¿a qué precio se pueden herir susceptibilidades con el fin de hacer un mal chiste?

4.    La pobreza social, la pobreza personal, la pobreza mental, y la pobreza en general, es el factor que más se subestima con el fin de hacer reír a un público específico.

Por ahí dicen que una persona con buen humor es una persona inteligente. Pero aquí no hay buen humor, o al menos el humor que el colombiano promedio está acostumbrado a disfrutar, es un humor pobre. Quizá la gente simplemente se burla de sus propias desgracias, y demuestra su propia resignación riéndose de sí misma reflejada en lo que menciona un humorista convencional.

El humor se puede hacer de mil formas, hay mil maneras de hacer reír a la gente; valiéndose de la vida cotidiana, por ejemplo. Pero sin rayar en lo ofensivo, que es lo que se hace ahora con el humor.

Por eso, creo yo, la gente está cansada de ver al mismo filipichín de siempre vestido de campesino, o de habitante de calle, o de gay. Y prefiere ver otras formas de humor, como los Stand-Up Comedy, que han dado muy buenos resultados. El humor político, que es un humor que se entiende solo si se está actualizado del tema que se está parodiando.

Diego Hernán Rubiano Devia

@DiegoRubianoD

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