“Y como
no sentirme orgulloso de la ciudad que me vio nacer…”
Fuente: http://www.culturarecreacionydeporte.gov.co |
Como
no sentirme orgulloso este día, si al despertar, siento ese frio característico
que de repente se vuelve cálido alrededor de un típico café en la mañana,
mientras miro cómo se asoma el sol por detrás de esos verdes cerros orientales,
y que en compañía de la radio, empieza un nuevo día.
Y como
no sentirme orgulloso de la ciudad que me vio nacer, que me ha visto crecer, y
que me lo ha dado todo. Esa ciudad que a diario me brinda miles de oportunidades.
Y es
que Bogotá es la ciudad de las oportunidades, lo que la ha convertido en una ciudad
multicultural, en una ciudad diversa. Esa ciudad que por siempre ha recibido a
las personas de todos los rincones del país. Por eso Bogotá es tierra de todos.
Esto
lo escribo con nostalgia, porque aunque Bogotá es tierra de todos, tal parece
que no es tierra de nadie. Una ciudad que da pero que no recibe. Una ciudad que
hemos ultrajado, que hemos afeado, que hemos dañado y deteriorado. Una ciudad
con miles de calles tristes, desoladas; con sus paredes pintadas con
improperios hacia algún anónimo, o algún escudo de un equipo de futbol mal
representado. Una ciudad saqueada por un sinfín de gobernantes que se han
llenado los bolsillos con el erario público, gobernantes elegidos por nosotros
los bogotanos, elegidos a raíz de nuestra ingenuidad e ignorancia. Una ciudad
cubierta de carteles publicitarios mal pegados, que quedan en el olvido a
través del tiempo. Una ciudad que ha crecido hacia los lado y no hacia arriba,
por causa de la pobreza; un reflejo de la situación del país a lo largo de su
historia reciente.
Bogotá
es esa ciudad que combina los grandes edificios modernos, con la arquitectura
colonial. Y como no recordar el centro histórico de la capital, con sus
pequeñas calles, la mayoría empinadas, donde se posan grandes casas construidas
de bahareque, que expulsan un olor a historia. Sus iglesias, de estilo
colonial. La gran Plaza de Bolívar, rodeada por los edificios de los cuatro
poderes del país (el ejecutivo, el legislativo, el judicial, y la iglesia),
lugar de encuentro de marchas y protestas; a pesar de ser Bogotá una de las
ciudades más grandes de América Latina, aún conserva esa típica plaza que es
común en todos los municipios del país. Pero es inevitable no mirar hacia
arriba, y ver los grandes edificios, ver esa ciudad moderna, que ha tenido que
crecer aceleradamente. Recordar los grandes centros de encuentro de los
capitalinos, como el Estadio el Campín, que vibra apasionadamente en cada clásico,
el Parque Simón Bolívar (nuestro propio Central Park), el tradicional Chorro de
Quevedo y el Parque de los Periodistas, los grandes centros comerciales y
financieros. Y esa mancha de buses rojos de Transmilenio que terminó convirtiéndose
en parte de nuestra cultura. Mirar hacia el oriente y observar esa iglesia que
se posa en la cima del Cerro de Monserrate, y a uno de sus costados, a la
Virgen de Guadalupe, que reposa en el cerro de mismo nombre, y que día y noche
vigilan la ciudad como el mismo Dios.
Ojalá
que los habitantes de esta ciudad, de la Metrópoli de América del Sur,
recuerden esta fecha tan especial, y que así mismo aprendan (aprendamos) a
quererla, a valorarla, a hacer de ella una ciudad mejor.
¡Feliz
cumpleaños 475 Bogotá!
Diego
Hernán Rubiano Devia
@DiegoRubianoD